Como un niño perdido, estoy buscando un país
Con aromas de tierra ámbar y heno arrugado
Donde dejarse llevar por los susurros del agua
Avellanas escondidas debajo de sus párpados
En sus salones los claros son corolas.
El enebro se enciende a los lados de sus valles.
Sus pliegues tienen el olor dulce de los narcisos blancos.
La fuente donde beber bajo la espuma se ha secado
El trigo de la felicidad ha perdido sus espigas.
La tristeza fluye de los corazones más ardientes
Me hundo en el laberinto del viento
¿Dónde están las colinas donde recostar mi cabeza?
Antes de poner el pie al borde de la noche
La vida es un país del que huyó la alegría.