Revista ZUR

Reseña

El deambular poético y humano en el último trabajo de Alejandro Zambra Poeta chileno

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"Obra - Historias de Familia 2" de Omar Moreno

Fecha

01 Diciembre 2020

Autor

Martin Parra

01 Julio 2021

Fecha de recepción: 3 de abril, 2020

Fecha de aceptación: 6 de mayo, 2020

Zambra, Alejandro. Poeta chileno. Barcelona: Anagrama, 2020. 421 p.

Reseña por Martín Parra.

 

Alejandro Zambra es, sin lugar a duda, el escritor y poeta chileno más interesante del último tiempo. Casi todos sus trabajos anteriores eran obras más bien breves y concisas, como por ejemplo Bonsai (2006) y La vida privada de los árboles (2007) que entre ambas no suman más de doscientas veinte páginas. Posteriormente pública Formas de volver a casa (2011), novela con la cual cierra una suerte de trilogía de la clase media chilena. Estos primeros trabajos alcanzaron un extendido éxito, tanto en sus ventas como en la auspiciosa acogida de la crítica literaria. Se le ha caracterizado como un narrador de vidas mínimas y con un tono muy intimista. Su última novela es una apuesta de largo aliento, con más de cuatrocientas páginas y manteniendo el estilo que le conocemos, es un esfuerzo por instalarse dentro del grupo de obras más ambiciosas de la literatura chilena. En esta novela, dividida en cuatro capítulos, Zambra nos cuenta la historia y los caminos que debe recorrer un joven llamado Gonzalo para transformase en un verdadero poeta chileno. Sin embargo, la historia no está circunscrita solamente a él, sino que, además, las extensiones en su interior permiten conocer la vida de su hijastro Vicente, quien también se convierte en poeta de una manera distinta a como lo hace Gonzalo, luego de un intenso proceso de aprendizaje familiar. En este sentido, sería una suerte de heredero o continuador de lo que ha comenzado el primero. Los avatares de ambos son los de la poesía, caminos difíciles y llenos de desilusiones, tránsitos sin rumbo, pero honestos. Las vidas de ambos se conectan con la de dos mujeres: Carla, por un lado, que es la madre de Vicente y la pareja de Gonzalo en dos momentos de su vida; y la de Pru por otro, una periodista norteamericana, que llega a Santiago de Chile luego de una desilusión amorosa y se convierte en una suerte de amor imposible para Vicente, la que además va a estar encargada de sumergirse en el inexorable mundo de la poesía chilena para hacer un reportaje o investigación que trae comprometida desde el origen de su viaje.

La novela no solamente recrea los recorridos de la poesía, con guiños a poetas, expoetas y lingüistas de la escena chilena, sino que además plantea constantemente el tema de la pertenencia y el abandono, tanto desde la paternidad como desde la mirada del hijo y el de las mujeres. Gonzalo frecuentemente está pensando en la relación que tiene con Vicente. En todo momento hay una suerte cuestionamiento acerca del vínculo que los une y la forma en que este debería llamarlo. No le acomoda la palabra “padrastro”, por lo que busca una que sea más amable y signifique salir del lugar común que ocupan los hombres en esta situación. Sin embargo, acá el juego de la paternidad lo podemos extender perfectamente al de la poesía, alejándolo un poco del aspecto biológico, pues Gonzalo, sin querer y Vicente sin saberlo, se transforma en una suerte de padre que, insistimos, de forma inconsciente, lo termina encausando por los caminos de la poesía. Las dos primeras partes narran la historia de Gonzalo, sus inseguridades en el amor, la escritura y su trayecto desde la adolescencia hasta la adultez, cuando publica su único de libro de poesía, Parque del recuerdo, el cual le otorga la categoría de “poeta chileno”. La publicación de su opera prima coincide con la ruptura sentimental con Carla y el alejamiento de su hijo Vicente (hijastro para Gonzalo). Zambra juega de manera inteligente en este punto, pues el desprendimiento del libro publicado, esa idea de que ya no le pertenece, se puede asimilar perfectamente con este tipo de pérdida amorosa. En ambas situaciones la soledad se apropia del sujeto y lo obliga a iniciar un nuevo deambular, tanto simbólico como sentimental.

En la tercera parte del libro aparece la gringa Pru en Chile y Vicente es un joven que está comenzando a escribir poesía. La relación amorosa de ambos es pasajera, ella tiene treinta y uno y Vicente dieciocho. Se conocen por casualidad una noche en los alrededores de Plaza Italia, tienen una única noche de sexo y después siguen en contacto pero como amigos solamente. La narración mantiene una tensión envolvente que motiva su lectura hasta el final, pues lo que hasta ahora estaba abierto comienza a cerrarse sobre la soledad de los personajes que transitan esta novela. Cada uno de ellos, Gonzalo, Vicente, Carla y Pru han estado en una constante búsqueda. Se puede decir que comparten un deambular poético, es decir, un recorrido con aciertos y caídas, con momentos de felicidad y tristeza. Todos han chocado de frente con la soledad y el dolor que esto acarrea: Pru viaja sola desde USA luego que su amor la ha dejado a último momento. En Chile, aunque tiene la amistad de Vicente, siempre va a estar sola, pues en todo momento siente que hay algo que continúa abierto desde el país del norte; Gonzalo, por otro lado, viaja sin compañía a Nueva York, pues Carla se siente traicionada al no saber todo desde el principio y no quiere ir, a pesar de que él le ha dicho que sus planes son llevarla junto a su hijo. Vicente, por su parte, también siente que la sombra de la soledad se ha posado en su vida por lo menos en dos ocasiones muy concretas, cuando su madre se separa de Gonzalo y en el momento en que Pru decide volver a Estados Unidos.

La novela cierra con el encuentro de Gonzalo y Vicente, los poetas chilenos, un padrastro y un hijastro que se vuelven a ver después de muchos años. Gonzalo carga con una culpa por haberse alejado tanto tiempo de este joven que llegó a querer de manera muy sincera y profunda. “Pero es verdad que fue padre durante unos años. Fue padre de la manera más plena que alguien que no es padre puede serlo” (376). Siente que no le permitieron continuar con este aprendizaje y lo asume como un fracaso propio. Vicente lee sus poemas a Gonzalo, en una suerte de cara a cara final, donde a pesar de que están juntos, el destino irremediablemente pareciera que los va a terminar separando.

Zambra no solo escribe un libro de poetas chilenos, sino que además es un libro de las soledades, donde cada uno de sus personajes transita y deambula poéticamente dentro de la inestabilidad. Dos hombres y dos mujeres que intentan encontrar el amor, pero no pueden. Es la lucha que tienen los poetas por la poesía, por encontrar las palabras que vibran, duelen y consuelan. El narrador chileno mantiene su estilo con un cierto tono autobiográfico, estructuras sencillas y personajes bastante sólidos y bien realizados. A pesar de que este libro pudiera parecer un volumen más dado a ser leído por los integrantes del mundo literario y académico, es un trabajo que no abruma con la mención de poetas y figuras de la literatura, pues sus participaciones generalmente están barnizadas con algo de humor. Por lo tanto, la lectura de esta novela fluye sin dificultad y termina por consolidar a un escritor que ya estaba bastante bien situado.

Martín Parra

Administrador público, Universidad de Chile. Magíster en Letras, Pontificia Universidad Católica de Chile (2018). Como investigador ha participado en diferentes seminarios y congresos tanto a nivel nacional como internacional. Sus áreas de interés son la literatura latinoamericana, en especial la literatura reciente, cuyos temas y ejes de trabajo han sido memoria, violencia y feminismos. También ha desarrollado escritura creativa en el ámbito del cuento (inéditos aún) y la poesía (publicación en revista Ciénaga, año 2018).

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