El amanecer
es una muchacha
desnuda y traslúcida
bajando cautelosa
desde solitarias cumbres
hasta los techos
de la ciudad,
tintinean
en la escarchada hierba
las uñas doradas
de un sol
que apenas asoma.
Un largo bostezo
de callejas y avenidas
se convierte en rocío,
capullos de insectos y flores
sortean sus primicias
a la primera tibieza
que les bese.
Una pareja de gatos
hinchados de pereza
otean el horizonte,
pronto,
volverán a dormirse
erotizados de luz.