El pasado no existe.
Recuerdo ni mi niñez ni el desayuno de esta mañana.
No hay arrepentimiento porque cada segundo desaparece detrás del siguiente.
Respiro con el silencio que reverbera donde una vez la vida ocupaba y el color calentaba las
mejillas de caras conocidas.
Imagino que esas caras eran hermosas.
Mi cerebro acaricia su hueco.
Se dice que el hipocampo es el centro de la memoria.
Debe ser que mi hipo ha campado en otro terreno que le sirve mejor.
Espero que haya encontrado una colonia acogedora de tejido nervioso que suavice su
ansiedad.
Adiós chiquito, y buena suerte en todos tus esfuerzos.
Dependo de los susurros de otros.
Llenan las brechas que me dejan suspendida en el aire.
Me lanzan una cuerda para anclarme a la tierra, en desafío al viento.
Agarro la tela raída y escucho mientras los labios del otro lado tejen la historia de mi vida.