Entrar corriendo al agua,
sumergirse sin importar el frío, el calor, los calambres. Contar el tiempo en burbujas, nadar al otro extremo: primero en libre, luego en pecho, como delfín en mariposa
con los ojos cerrados
de espalda.
En aquella piscina de infancia
veinticinco metros lo eran todo.
El cuerpo pequeño
era ágil,
era hermoso,
y era mío.
Las manos,
como lagartijas,
entraban suaves,
sin hacer ola en el agua.
La cabeza
giraba flexible,
certera,
como los pájaros
que vuelan bajo
y se zambullen
para pescar su presa.
Nadar, resistir, contener la respiración, ¡no competir! Danzar en el agua, sentir cada movimiento, cada parte del cuerpo: la espalda ancha los dedos arrugados de niña la piel bronceada, no quemada, los ojos rojos irritados el pelo reseco el olor a cloro incrustado en cada célula.
Nadar en aquella piscina era escuchar el eco de un mar que aún no conocía. Él tenía niveles, ella siempre fue la misma; a mi altura, a mi ritmo, dulce y sin olas.
Información sobre el autor
María Adelaida Escobar-Trujillo
Colombiana de origen, reside en Vancouver, Canadá desde hace varios años, en
donde se desempeña como escritora y académica de la Universidad de British Columbia en el Departamento de
Español. Especialista en cine y literatura latinoamericana y peninsular contemporánea, publicó recientemente la novela
Tiempo de sur (EAFIT, 2018) la que ha gozado de excelente recepción crítica.