Revista ZUR

Revista ZUR - Volumen 4, N°1
Notas

Plegaria por un Papa envenenado de Evelio Rosero. Entre la realidad y la ficción en la nueva novela histórica

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"Guardianas del Tiempo" de Yadith Río De La Loza Gálvez

Fecha

31 de Julio 2022

Autores

Pontificia Universidad Católica de Chile

01 Agosto 2022

Fecha de recepción: 4 de febrero, 2022.

Fecha de aceptación: 2 de mayo, 2022.

“Nos han escrito y oficializado una versión complaciente de la historia hecha más para esconder que para clarificar, en la cual se perpetúan vicios originales, se ganan batallas que nunca se dieron y se socializan glorias que nunca merecimos”.

Gabriel García Márquez

1. Introducción

El presente artículo aborda el texto Plegaria por un Papa envenenado del escritor colombiano Evelio Rosero con la intención de explorar la relación que esta obra posee con la nueva novela histórica. La novela se encuentra enmarcada dentro de un proceso histórico en donde se pone en cuestión la relación entre realidad y ficción a partir del examen de la vida y muerte del Papa Juan Pablo I. Lo anterior manifiesta una renovación y actualización de la narrativa colombiana, al generar un diálogo entre lo real y lo ficcional1. Evelio Rosero trastoca la línea divisoria entre la realidad y la ficcionalidad al narrar, en primer lugar, la vida y muerte de Albino Luciani y, luego, su devenir posterior una vez fallecido.

Evelio Rosero nació en Bogotá, Colombia, en 1958. En 2006 obtuvo el Premio Nacional de Literatura de Colombia, otorgado por el Ministerio de Cultura, pero fue en 2007, con su novela Los ejércitos, ganadora del II Premio Tusquets Editores de Novela, que alcanza reconocimiento alrededor del país. El año 2009 publica su novela Los almuerzos y, posteriormente, La carroza de Bolívar, recibida como su obra más ambiciosa y desmitificadora. Plegaria por un Papa envenenado es su última novela, en la cual busca resolver el misterio que ronda la muerte de Juan Pablo I.

En la novela se evidencian rupturas que irrumpen el juego riguroso de la realidad y la ficción y, a su vez, muestra una reactualización de la historia al confrontar versiones oficiales con versiones apócrifas. La novela se mueve entre sucesos históricos y las dinámicas creadoras de la literatura pues ¿cómo decir que en literatura se presenta un suceso “real y verdadero”, o uno “falso y ficcional”? Con esto se pretende evidenciar que la nueva novela histórica reelabora la historia oficial, cuestionando determinados hechos y personajes que son usualmente destacados por las versiones canónicas de la misma.

2.  Aproximaciones a la nueva novela histórica

 Georg Lukács, en su estudio sobre La formación clásica de la novela histórica, emplea el término para designar las obras de la segunda mitad del siglo XIX inscritas dentro de la corriente realista, principalmente en Inglaterra. La noción de que los conocimientos históricos producen un lenguaje que lleva a que los relatos sean narrados como si fueran la realidad produjo una literatura vinculada a las narraciones oficiales de la historia. Lukács manifestaba que: “Las monumentales figuras históricas fueron plasmadas según los mismos principios artísticos que las reconocían como grandes de la historia” (38). La novela histórica fijaba puntos de referencia para comprender la historia, en donde se conocía un acontecimiento vivido en el pasado a partir de sus referentes históricos reales.

Por otro lado, en La nueva novela histórica de América Latina, 1979-1992, Seymour Menton manifiesta que, si bien existe una novela histórica, algunas narraciones son merecedoras del adjetivo “nueva”. Es así que establece rasgos que caracterizan a la llamada “nueva novela histórica” y que, a su vez, la diferencian de la novela histórica tradicional. La nueva novela histórica se basa en una relectura y reescritura de la historia que intenta cuestionar y criticar la verdad creada por la historia oficial, por lo que Menton sostiene que la distorsión consciente de la historia se vale de recursos literarios que ficcionalizan personajes históricos. La nueva novela histórica incursionaría, así, en el juego de las posibilidades entre la realidad y la ficción, en donde resulta complejo trazar una línea divisoria para separar hechos reales de ficticios.

Walter Benjamin, por su parte, plantea en Tesis de la filosofía de la historia que la historia de la humanidad es un paisaje de ruinas escrito por los vencedores, quienes, por medio del lenguaje, legitiman y justifican su actuar. No obstante, Benjamin abre una grieta en la que propone una revisión histórica “a contrapelo” es decir, recuperando la historia contada y no reconocida de los vencidos, de manera que surja una manera de “revertir ese sentido desastroso de la historia y de (re)abrir las puertas del paraíso para el ser humano” (27). Así, la nueva novela histórica posibilitaría que los hechos sometidos por la historia oficial adquieran importancia en una narración y revelen aspectos que ofrezcan otras lecturas y explicaciones ante situaciones que la misma historia cristaliza como verdaderos.

3.  Evelio Rosero y la nueva novela histórica

 En Plegaria por un Papa envenenado, Rosero inicia la narración con un juego de voces, las cuales, aunque no revelan su procedencia, se identifican como las prostitutas de Venecia. Aquellas voces desconocidas le hablan al Papa Juan Pablo I, a quien le hacen la siguiente confesión: “Eres el único y último sacerdote en cuerpo y alma que quedaba sobre la tierra” (Rosero 13). Esta afirmación pone de manifiesto dos situaciones: en primer lugar, visibiliza los vicios del clero, situados en lo mundano y en los placeres de la carne, y en segundo, configura la personalidad y conductas de Albino Luciani. De manera oficial, la jerarquía eclesiástica se erige como paradigma y autoridad moral que afronta la vida desde preceptos cristianos, los cuales dictan que vivir en el mundo es exponerse al demonio. No obstante, el clero representado por Rosero está compuesto por personajes disolutos que, aprovechando sus investiduras, frecuentan lugares de lenocinio, no para confesar y perdonar los pecados de las prostitutas, sino para entregarse al sexo y al placer corporal.

Dentro del juego de voces acontece otra afirmación vinculada con los placeres de las altas jerarquías de la Iglesia católica: la pederastia. Una de las voces manifiesta: “Ya ninguno nos visita como antaño. Sabemos de su gusto pérfido… por eso cuidamos nuestros niños, padre. También las prostitutas tenemos niños” (Rosero 22). En términos oficiales, la Iglesia católica no ha reconocido sus acciones vinculadas con esta problemática. En la novela, Rosero sugiere que existirían evidencias para dar cuenta de los crímenes eclesiásticos que, de hecho, mantienen una estrecha relación con hechos verídicos. En 2015, la película dirigida por Thomas McCarthy, titulada En primera plana (Spotlight, en el inglés original), aborda la investigación que ganó el premio Pulitzer 2003 por desenmascarar un número importante de abusos sexuales a niños cometidos por sacerdotes en Massachusetts.

En primera plana y Plegaria por un papa envenenado coinciden en el modo en que la Iglesia católica oculta las acciones ilícitas de los eclesiásticos. El equipo de investigadores de McCarthy descubrió un patrón vinculado con la pederastia que tiene que ver con el cambio de iglesias que experimentan los sacerdotes inculpados. De igual manera lo manifiesta Rosero: “Nos enviarían a otra parroquia, acaso en la Bahamas, y a usted, laico implicado, oveja descarriada, padre de familia arrepentido, nadie lo tocará” (29). De esta manera, el autor muestra otra versión de la historia que no se alinea con la de la Iglesia católica, lo que se reafirma en un episodio posterior en que los Papas se entregan al sexo y al placer corporal, a pesar de profesar una vida sin excesos, pura y al servicio de Dios:

¡Pero la noche fue magnífica! Rayaba el alba cuando trajeron a la hija del conserje. Bellísima muchacha, aunque parecía narcotizada… como dulce plato de uvas la pasaron de rodilla en rodilla, su vagina hablaba. ¡Fue el plato fuerte! ¡Muy pronto sucumbió el embate, mientras fastuosos mozalbetes como el postre enseñaban sus culos por doquiera! (Rosero 35)

Las orgías hechas en el Vaticano son una antítesis de los valores morales profesados por la Iglesia católica. Esta contradicción no es oficial, pues la Iglesia se ha erigido como un ejemplo moral que condena estas prácticas. Sin embargo, cabe preguntar ¿por qué promover unos comportamientos correctos en la sociedad cuando la propia Iglesia no acata estas normas de conducta? Las situaciones que representa Rosero se asumen dentro de la historia, sin embargo, acontecimientos como la asistencia a prostíbulos, la pederastia y la realización de orgías por parte del clero hacen coexistir hechos históricos con posibilidades que muestran otras realidades distintas de la oficial.

Por otro lado, la construcción de la figura del Papa Albino Luciani asume un rol importante en la narración, caracterizándose como un personaje que realiza acusaciones sobre los actos de corrupción cometidos por los jerarcas de la iglesia. Esto resulta especialmente relevante en relación con Marcinkus, descrito como el temible “banquero de Dios”, gracias a sus vínculos con la mafia siciliana. La historia oficial muestra que fue un arzobispo importante en el Vaticano y que tenía relación directa con el papado. El acceso y control que mantenía sobre los fondos recolectados por la Iglesia católica lo convirtieron en uno de los hombres más poderosos de dicha institución religiosa. Su conducta se mantuvo en entredicho por décadas a raíz de acusaciones alusivas a crímenes financieros, llegando incluso a que las autoridades italianas presentaran una orden de captura en su contra, la que no prosperó pues la Santa Sede reclamó inmunidad diplomática para el sacerdote, evitándole pagar con una condena de cárcel. De hecho, fue enviado a Estados Unidos para protegerlo de cualquier investigación en su contra, procedimiento que recuerda al de los sacerdotes pederastas descritos por McCarthy. Rosero sugiere en la novela que Marcinkus era la persona que multiplicaba el dinero en el Vaticano y que Albino Luciani reveló la corrupción y las prácticas deshonestas de los implicados, dando a pensar que el primer sospechoso por la muerte del Papa Juan Pablo I sería “el banquero de Dios”.

Esta hipótesis es también abordada en la afamada película del director Francis Ford Coppola, El Padrino III (The Godfather Part III, en inglés original), en donde Michael Corleone, el mafioso protagonista, desea alcanzar más poder accediendo a la banca del Vaticano. Su objetivo es legitimar su fortuna y revestirla de una transparencia que solo puede ser otorgada por la relación directa con la Iglesia católica, sin embargo, a medida que la historia avanza, descubre que el Vaticano se encuentra gobernado por personas aún más peligrosas y corruptas que él. Tanto la película como la novela de Rosero apuntan a que “el Papa Juan Pablo I murió asesinado en algún momento entre las nueve y media de la noche del 28 de septiembre y las cuatro y media de la madrugada del 29 de septiembre de 1978” (Rosero 110). Ambas obras coinciden en que la muerte de Albino Luciani se debió a un envenenamiento llevado a cabo al interior del Vaticano, es decir, que la muerte del Papa fue un magnicidio, revelación que Rosero expresa de la siguiente manera: “Fue el primero que murió a solas, pero hacía más de cien años que un Papa había muerto asesinado” (110), devenir que ya las prostitutas habían vaticinado al comienzo del libro: “Morirás envenenado a los treinta tres días de tu pontificado” (Rosero 17)2.

De esta manera, Plegaria por un Papa envenenado aborda temas históricos como la vida y muerte del Papa Juan Pablo I que distan de la representación tradicional de la realidad, colocando en duda la historia oficial y la narrativa de la novela histórica. Existe una relectura de la historia por parte del autor que no busca reconstruir el pasado tal cual está contado, sino que pretende transgredir los hechos reales y cuestionar el carácter verídico de los mismos.

4.  Evelio Roseo entre la realidad y la ficción

 En “Ficcionalidad, mundos posibles y campos de referencias”, Dorian Espezúa aborda dos temas claves en la obra de Evelio Rosero: la realidad y la ficción. El autor propone que “si un mundo posible puede definirse como lo que nuestro mundo pudo haber sido o como un mundo o universo completo y diferente de nuestro mundo, entonces hay que reconocer que hay textos que no construyen mundos posibles porque muestran la realidad real” (Espezúa 82).

Hemos planteado que el libro de Rosero aborda temas históricos dado que toma como protagonista principal a un personaje que existió en la realidad entre 1912 y 1978. De ahí surge un vínculo con la “realidad real”; no obstante, a partir de aquellos hechos Rosero deslinda posibilidades que permiten a la historia no reconocida formar parte de un “mundo posible” alternativo. Los temas abordados por la novela, como la pederastia y la corrupción del clero, entre otros, son situaciones que pueden haber sucedido en la realidad y que, a partir de esa posibilidad de verosimilitud, le permiten al autor cuestionar la historia oficial. Es decir, a partir de sucesos históricos, Rosero crea un “un mundo posible” literario en donde se cuestionan acontecimientos oficiales a partir de hipótesis históricas que pudieron existir realmente. Adicionalmente, Rosero también incluye ficción en su trabajo, dado que esta no se opone a los hechos reales. Por ejemplo, luego de narrar el asesinato, describe la experiencia del Papa tras su muerte: “Y estamos en el infierno Luciani, ¿en dónde más podríamos estar los escritores? ¿En qué otro sitio podríamos acabar?” (Rosero 126). Este episodio es aprovechado por el autor para reunir a distintos personajes históricos, como Goethe, Dickens, Twain, en un mismo lugar que, aunque no “real”, recuerda la ontología de los mundos posibles de Lubomír Doležel: “Existir ficcionalmente significa existir como un posible construido por medios semióticos” (209).

Esta “existencia ficcional” de personajes reales en el infierno configura acontecimientos que muestran otras posibilidades, tanto históricas como literarias. El mundo ficcional propuesto por Rosero se ubica en un infierno en donde “la trasformación de una entidad posible en una entidad ficcional se logra por medio del poder del texto ficcional” (Espezúa 87). La representación de este espacio propone dos situaciones interesantes; en primer lugar, la narración de un hecho que no forma parte de la realidad y, en segundo, una visión que difiere del infierno propuesto por la Iglesia. Esas dos rupturas muestran que, a pesar que la ficcionalidad sea algo opuesto a lo real, existe una lógica que logra verosimilitud.

El infierno de Rosero está rodeado de escritores, lo que induce a preguntarse si es que este no sería en realidad el paraíso. Imaginar que podríamos encontrarnos con personajes como Franz Kafka o Mark Twain, Petrarca o Goethe, Chesterton o Quintiliano a quienes tendríamos la posibilidad de hacerle esas preguntas que le formulamos a páginas impresas, las cuales nos responden con un silencio generoso. Un infierno poblado de escritores, más que representar una imagen dantesca se dibuja como una biblioteca borgiana; la biblioteca de Babel. Llegado este punto, es claro que el autor colombiano se mueve entre ficción y realidad, pues los escritores se hacen parte de una tradición literaria real; no obstante, Homero y Cervantes no vivieron en la misma época y, menos aún, se podría verificar si es que comparten un mismo infierno. La visión en torno a este imaginario muestra una apertura ante la cual trazar una línea divisoria entre lo que es realidad y ficción resulta bastante complejo.

La intertextualidad presente en Plegaria por un Papa envenenado hace converger situaciones ficcionales que muestran un infierno disímil a su versión oficial. De acuerdo a esta versión impulsada por la Iglesia católica, al infierno llegan los suicidas, los corruptos, los asesinos, los pecadores, entre otros. Sin embargo, el infierno propuesto por Rosero está conformado por escritores. De acuerdo con lo anterior, la figura del Papa Juan Pablo I mantendría una representación que lo asocia más a este oficio que al de ser el sumo pontífice de la Iglesia católica. Esto pues, según Rosero, el sueño de Luciani Albino era, justamente, ser escritor:

Sentir la euforia de pasear por entre los exactos cincuenta kilómetros de estanterías repletas de libros, pergaminos y manuscritos donde se detallaban asuntos importantes como argumentos de los teólogos, lecturas de Napoleón hasta Lutero… los memoriales de Copérnico, de Boccaccio, de Rabelais. (Rosero 80-81)

Esta interpretación acerca al Papa Juan Pablo I más la literatura que la versión histórica oficial. El Luciani de Rosero, además de leer literatura, escribe cartas a escritores y a personajes ficcionales e importantes, como músicos, pintores, poetas y, tal vez, a Kakfa. Estas situaciones proponen una reflexión en torno a la labor del escritor, pues su escritura resulta desinteresada en términos de beneficio económico o de poder, aun cuando semejantes acciones se encontraban prohibidas por la Iglesia, pues no estaban destinadas a Dios. No bastando esto, también lee libros prohibidos y ocupa sus noches en la compañía de “Twain, Verne, Marlowe, Goldoni, Alejandro Manzoni, los novelistas franceses del siglo XIX, Dickens, Chesterton, Goethe, Scott, Petrarca y tantos otros” (Rosero 42).

De esta manera, la novela de Rosero representa a un Juan Pablo I escritor y lector, versión sumamente distinta a la tradición del papado católico, razón por la cual sus ideas irrumpen con fuerza. La búsqueda del personaje Albino Luciani por descentralizar la estructura del Vaticano y proponer alternativas alejadas de la corrupción lo llevan al infierno, posiblemente porque en el cielo se encuentran los grandes Papas y jerarcas bondadosos de la Iglesia católica.

5. A modo de cierre

 En Plegaria por un Papa envenenado, Evelio Rosero entrecruza un hecho histórico –la vida y muerte del Papa Albino Luciani – con la realidad ficcional propia de la literatura. Entre el juego de la realidad y la ficción el autor aborda un personaje que causó polémica incluso después de su muerte. Con la intención de explorar otros sentidos de la versión canónica de la historia, Rosero muestra otras posibilidades que se desprenden de la vida y muerte del Papa Juan Pablo I, sugiriendo la posibilidad de un asesinato planeado por cardenales encargados de oscuros negocios del banco del Vaticano quienes hallaron en Albino Luciani un obstáculo para sus intereses económicos y de poder.

La lectura de Plegaria por un Papa envenenado permite una actualización de la narrativa colombiana al dar cuenta de reflexiones en torno a la historia real y al permitir diálogos con otros aconteceres. La narrativa de Rosero representa a un personaje histórico real quien, a través de la confrontación con situaciones ficcionales, faculta una reflexión en torno a la escritura, al infierno y al rol de una institución religiosa como la Iglesia católica. En el trabajo del autor colombiano la personalidad de Albino Luciani es el pretexto para evidenciar las relaciones de poder y la corrupción que atraviesa la historia de la Iglesia católica y todo el poder obtenido desde hace siglos. Juan Pablo I resulta un personaje inquietante, quien, además de lector y escritor, es, también, un Papa envenenado.

Notas

1 La nueva novela histórica en el contexto colombiano y sus actuales escritores ha tomado fuerza. La recuperación de hechos históricos como temas, no sólo para contar la historia “a contrapelo”, como diría Walter Benjamin, sino para recuperar relatos, palabras y personajes que se han perdido bajo la historia oficial. Esto responde también a ejercicios de memoria, que, políticamente han sido una falen- cia mayúscula. En Colombia pareciera que existe una amnesia colectiva y el terreno de la ficción como vínculo con lo real es una posibilidad de retornar a lo que pasó y que solo se cuenta de manera oficial. Puntualmente, Evelio Rosero amplía su campo de acción y no sólo se limita a personajes relacionados con Colombia, sino con personajes que marcaron hitos y hechos históricos, como es el caso de Albino Luciano, Juan Pablo I.

2 Como hipótesis alternativa, vale la pena indicar que en Giovani Paolo I, Albino Luciani (2012), Marco Roncalli sostiene que la muerte del Papa se debió a sus graves problemas de salud, específicamente a deficiencias cardíacas.

Obras citadas

Benjamin, Walter. Tesis de la filosofía de la historia y otros fragmentos. Trad. Bolívar Echeverría. México D.F.: Editorial Itaca, 2008.

Coppola, Francis Ford. Dir. The Godfather Part III. Paramount Pictures, UIP Duna, 1990.

Doležel, Lubomír. Estudios de poética y teoría de la ficción. Trad. Joaquín Martínez Lorente. Murcia: Universidad de Murcia, Servicio de publicaciones, 1999.

García Márquez, Gabriel. Colombia al filo de la oportunidad. Bogotá: IDEP, 1997.

Lukács, Georg. La novela histórica. Trad. Jasmín Reuter. México DF: Editorial Era, 1996.

Menton, Seymour. La nueva novela histórica de América Latina, 1979-1992. México DF: FCE, 1993.

McCarthy, Tom. Dir. Spotlight. Anonymous Content, Open Road Films, 2015.

Rosero, Evelio. Plegaria por un Papa envenenado. Barcelona: Tusquets editores, 2014.

Roncalli, Marco. Giovani Paolo I, Albino Luciani. Milán: San Paolo Editor, 2012.

Espezúa Salmón, Dorian. “Ficcionalidad, mundos posibles y campos de referencia”. Dialogía: revista de lingüística, literatura y cultura (2006): 69-96.

Edgar Andrés Leal Gil. Maestro en Artes plásticas y visuales. Magister en Educación de la Universidad del Tolima. Docente catedrático. Miembro del grupo de investigación Didaskalia del Instituto de Educación a Distancia (IDEAD) y participante de la red en educación y desarrollo humano (REDH)- Nodo Tolima. Correo electrónico: ealealg@ut.edu.co; andresleal2713@gmail.com.

Mónica Tovar Espinosa. Licenciada en lengua castellana. Especialista en Pedagogía. Magíster en Educación de la Universidad del Tolima. Docente catedrático. Miembro del grupo de investigación Didaskalia del Instituto de Educación a Distancia (IDEAD). Correo electrónico: mftovar@ut.edu.co.

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