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Revista Zur / Volumen 3 N°1 / ¡Vámonos a casa de Iván!
Narrativa

¡Vámonos a casa de Iván!

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“Despedida” de : Sara G. Umemoto.

Autor

Juan Alfonso Milán López

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Fecha

01 Julio 2021

Autor

Juan Alfonso Milán López

01 Julio 2021

Hoy toca ir a casa de Iván, en realidad todos los días es bueno ir. Nunca hay nadie, ni siquiera están sus hermanos. ¡Cómo nos hemos aprovechado de su hospitalidad desde que descubrimos que lo dejan abandonado! Me encanta su vecina, de hecho, lo que más me emociona de visitarlo es ver a Sofía. Ya le recomendé a mi amigo que le hable de mí, pero el muy puto dice que ni siquiera la saluda, pinche Goofy, no sé en qué mundo vive. La primera vez que fuimos fue el viernes previo a las vacaciones de Semana Santa. Barajeamos varias opciones para ir a echar desmadre, pero el inconveniente de la presencia de los padres en todos lados nos hizo dudar, entonces él propuso que fuéramos a su casa, porque su papá generalmente llegaba hasta después de las diez.

Cuando lo conocí no sabía que no tenía mamá, ahora me arrepiento de haberle preguntado: “¿qué le vas a decir a tu jefa de que nos expulsaron?” Pinche Macuarro, nos corrió, que dizque le chiflamos a las niñas cuando las vimos llegar en shorts, la neta yo no fui, tampoco creo que fuera el Epi, Iván o Soria, para mí que fue Germán. El Macuarro no tenía la autoridad de corrernos, sólo es el profesor de educación física y es absurdo que lo sea, porque es un gordo aguado. Supimos tarde que nos iba perdonar con tal de que nos disculpáramos con las niñas. El Epi, Iván y yo, ya estamos afuera de la escuela chingándonos unos cuernitos con refresco de manzana y ni caso le hicimos. Al otro día Iván llevó a su papá

a la secundaria, le reclamó al Macuarro y defendió a su hijo con el argumento de que no sabía chiflar. Mi mamá también fue hablar con ese pendejo, se le cayeron los pantalones cuando nos vio entrar y yo sin uniforme. “¿Quién es usted para expulsar a los alumnos? ¿En dónde está la autoridad del director?” Pinche profesor, ahora no nos puede ver.

Es chido ir a casa del Goofy, en aquella primera visita jugamos botella, desafortunadamente no me tocó besar a nadie, pero qué tal Óscar, el suertudo se agasajó a Miriam, hay un rumor, hasta ahora no aclarado, de que en la siguiente fiesta se la cogió en el cuarto de baño. Las primeras reuniones fueron muy relajadas, era el mejor lugar para ir a hacer las tareas. Nunca pasó nada fuera de lo común, excepto cuando el anfitrión casi nos mata. Ese jueves quisimos comer tortas, pero faltaba la mayonesa y la mostaza. El presumido de Iván agarró el coche que no debía circular, “nomás para ir a la tienda de la esquina”, pobre güey, por poco nos estampa en un poste de luz. Alicia estaba pálida, luego el Gilligan en la actitud de “yo soy el mayor” se hizo cargo del volante y llegamos completos otra vez a la casa.

Pinche Gilligan, es un culero. A mí no me consta, pero dicen que en uno de los reventones llevó mota, quién sabe, lo único que sé, es que en la casa de mi cuate aprendí a fumar tabaco. No puedo olvidar la cara de reproche de Amaral cuando me vio con el cigarro en la boca, pinche Amaral, lo conozco desde segundo de primaria, se ha vuelto un sangrón, por eso ya casi no le hablo, prefiero juntarme con Iván y Clemente.

Qué onda con el pinche Clemente, siempre pone a todo volumen la música de Guns and Roses. A mí no me gustan esos tipos, prefiero que vuelvan a poner las rolas de Nirvana, dicen que soy un mamón, es cierto, no me gusta el estruendo ni llamar la atención. Cada que ponen el estéreo a todo lo que da prefiero salir al jardín, a veces veo que Sofía sale para mirar de reojo a la casa de su vecino, yo le sonrío, pero no me animo a hablarle.

Ahora me trae un poco apendejado Aránzazu, no me había dado cuenta lo bien que se ve cuando lleva mayas blancas, ¿por qué nunca vendrá a casa del Goofy? ¿Y si le digo que venga y la convenzo de que se tome un caballito de tequila? A veces me doy cuenta de que me mira mientras finjo que pongo atención a la clase de química. De repente volteo y sonreímos juntos, creo que quiere que la busque después de la escuela para platicar, pero aún no encuentro la manera de hacerlo.

Estaba pensando que sería buena idea invitar a Maritza, la hermana de Iván la conoce, quizá ella pueda ayudarme a volver a tener contacto con mi vieja, pinche Maritza, por qué andará con el pendejo del Pecas, ¿será porque cuando me dijo que yo le gustaba no hice nada después? Creo que tampoco sería descabellado convencer a Carmen, no me parece la gran cosa, pero hay días que luce chida, sobre todo cuando se quita el suéter y se alcanza a distinguir el color de su sostén, si me llega a dar entrada, neta sí le doy.

Pobre del papá de Iván, qué dirá cuando sepa que nos comimos las botanas de la despensa y que se terminó su licor. Estos cabrones se acabaron el ron que estaba en la cantina, y para evitar que se diera cuenta, le echaron agua hasta llenar la botella. Yo de plano no bebo, ¿para qué? No quiero parecerme a mi padre. Lo que sí me gustaría es agasajarme a Miriam como lo hizo Óscar, si me pongo listo la voy a llevar al baño y con suerte al menos le agarro una teta. No mames, todos se han fajado en esa casa, incluso el panzón de Raúl se metió con Alicia, bueno, al menos es lo que él nos aseguró, yo dudo que Alicia se haya aventado a meterle mano a ese infeliz, pinche Raúl, con medio vaso de mezcal se puso hasta la madre.

Me encanta el ambiente que armamos, todo es alegría. La mayoría de los alumnos de la secundaria han visitado esa casa, incluso chavos que poco conocemos, por ejemplo, ese cabrón que es mayor que nosotros, el que está a punto de graduarse de la prepa, el tal Juan, pinche ojete, mira que engañar a una vieja bien buena con una chavita, y lo peor del caso es que son primas. Se encierran en la cocina y se tardan mucho en salir; Ileana nos dice que tienen que aprovechar porque él viene de muy lejos. Ya le he dicho al Goofy que no lo deje entrar, pero le da chance sólo porque lleva las cervezas. Pobrecita de Ileana, a mí me da lástima que no pueda tomar ni comer nada, según si bebe alcohol o prueba el chile le duele la panza, pura agüita y yogurt, con razón está tan flaca, aun así, está chida, si ese pendejo no viniera y hubiera oportunidad, a ella tampoco se la perdonaba.

Ya casi me voy a casa de mi amigo, espero que hoy sí se ponga bien la cosa. Es una pena que ayer no haya ido casi nadie, apenas fuimos Omar, Nicolás, Epi, Soria y yo, como no fue ninguna vieja preferimos ver la película porno que llevó Omar, ¡no manches! Estábamos listos pero la videocasetera no quiso funcionar, pinches Beta, se chingan bien rápido. Epi sugirió que buscáramos a Sofía, pero yo no me quise quemar. Nico prendió la televisión y vimos la noticia de que le habían dado un balazo al candidato del PRI, pobre señor, me fui a la cama con la novedad de que estaba grave y que lo iban a operar. Por la mañana mi mamá me dijo que ya había muerto, hasta me previno de que quizá no habría clases, pero ¡cómo no! Ni que ya fuera presidente, además había que ponerse bien de acuerdo para la tarde, hoy prometió ir Ileana, Miriam e incluso Carmen y Aránzazu, quizá ahora sí se me haga con alguna.

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