"El tiempo en abandono" de Jorge Mauricio Mella Sarria
Fecha
26 Enero 2022
La muerte de un hombre atractivo y perverso tiene algo poético, hay que admitirlo. No alcanza la misma profundidad que la muerte de una linda mujer, al éxtasis de su ausencia que conmueve las palabras y sacude la gracia del universo, pero aun así es suficiente para arrimarse al fuego creador del sentimiento estético de la belleza. En la muerte de seres hermosos anida el arte del abandono; se palpita la dualidad entre lo puro y lo profano, un claroscuro que serpentea y escupe matices, trazos ardientes de la pintura más dolorosa y deseada.
Sus ojos abiertos ya no miraban a ningún lado, el foco del dolor concentraba los pocos reflejos vitales en otras zonas de su cuerpo, clausurando la visión, reprimiéndola, instalando una expresión anodina, como si las circunferencias oculares fuesen meros objetos decorativos de un verdor clásico, como dos piezas de esmeralda talladas por un laborioso artesano. La mirada inquieta, expresiva, brillante, se apagaba lentamente, se desconectaba del gran circuito de nervios, vasos sanguíneos y músculos. El mecanismo acusaba una falla múltiple que apagaba los fusibles sector por sector. Sólo la gran bomba situada en el pecho y su golpeteo incesante servían para justificar la existencia de vida en aquel cuerpo adulto que se entregaba a una nueva y final experiencia.
Cada muerte es distinta, cada persona experimenta la llegada del gran apagón con matices diversos. Este hombre no buscaba aferrarse a la vida. No clamaba, con desesperación, una segunda oportunidad, la continuidad de su presencia material entre la fauna de los mortales. Parecía entregarse al viaje como quien se acomoda en la butaca de un avión con destino a un paisaje nuevo, inexplorado, con toda esa expectativa de aventuras inéditas.
Su alejamiento definitivo respondió a un castigo infligido sin juicio previo, que le cayó de súbito por el simple hecho de haber vivido como se le antojó vivir. Siempre caminó por el límite de la cornisa, aferrado a la emoción explosiva, a la belleza de lo censurable, asido a esas compañías clandestinas que le habrían valido reproche.
Pudo salir adelante con un poco de azúcar, pero ya había bebido demasiado del dulzor de la vida. Se acomodó a su destino final con una paz sorprendente, sin esquivar la condena, atento a entrar en el conducto de la oscuridad, en el apartado del olvido. La confusión y el mareo dieron paso a una pérdida parcial de la visión. La glucosa escaseaba, cierta psicosis penetró en sus recuerdos, como un potente influjo de renovada creatividad, desde ahí estallaron imágenes retro del pasado que hubiese deseado vivir, que modificaban el guion de su trayectoria terrestre. Eso explicaba su calma, en ese sueño decidió partir, vivirlo entero, entrar en esa nueva experiencia sin miedo, con la convicción de que se había hecho justicia por todas sus injusticias, una pasada de cuentas que apelaba al equilibrio, con mucha verdad, una verdad hostil que no hubiese podido enfrentar.
Gonzalo Garay
(Concepción, 1973). Es abogado de profesión. Ejerció la judicatura civil y penal en las ciudades de Chillán y Temuco hasta el año 2015. En paralelo, se desempeñó como profesor universitario. Autor de los libros Conociéndonos y otros cuentos (2019), Vicente (2020), Cocina de autor (2021) y El sueño de los justos (2021), en la actualidad combina su actividad literaria con su trabajo como Notario y Conservador de Bienes Raíces en Nueva Imperial, además de ser columnista habitual de diarios y revistas de la región de La Araucanía, abordando temáticas políticas y sociales.